Si fuésemos capaces de recopilar todas las claves que nos ofrecen en distintos medios para ser mejores deportistas o triatletas en este caso, podríamos hacer una enciclopedia por tomos en la que seguramente encontraríamos más de una contradicción. Es cierto, lo reconozco, también me he pasado por algún quiosco y al igual que el protagonista de una película de terror se acerca lentamente hacia ese ruido que sabe que no va a ser bueno y le va a traer malas consecuencias, yo me he aventurado incluso a gastar varias veces mi dinero en una de esas revistas que sale cada vez con menor periodicidad y que cuando la abres lo primero que ves son muchas fotos de directores de revista vestidos de preciosa ropa deportiva perfectamente conjuntada y con cara de hombre anuncio de Martini, moreno, reluciente y engominado, junto a alguna frase solucionadora de problemas del tipo, “ 10 claves para mejorar tu rendimiento”, y ahí estoy yo, con un tremendo susto en el cuerpo como el protagonista de la película de terror corriendo a refugiarme en la literatura de Navarro, Allen, Oca, Esteve, Naclerio, Mujika y demás profesionales y estudiosos de la ciencia del deporte. Una vez repuesto del susto, aliviado, me vuelvo a cargar de valor y abro las páginas de esa revista bien protegido por la cercanía de literatura científica para defenderme de la contundencia de esas claves salvadoras del tipo, “Si quieres ser el mejor triatleta, entrena como un triatleta”, y a veces cuesta, son tan profundas que no logro entenderlas, reconozco que no encuentro su sentido o quizás la realidad es que son tan vacías que simplemente pasan de largo.
Evidentemente todo esto es una broma, me encanta el entretenimiento, del tipo que sea, nos hace felices y eso es bueno, pero pretender que el entretenimiento barato sea provechoso para nuestra formación o ampliación de conocimientos es un error tan grave como si quisiera hacer un viaje cultural y estudiar el gótico viajando una semana a Móstoles de intercambio, probablemente vuelva igual o peor de cómo me fui, me lo podré pasar genial con los compañeros de estudios , conocer gente y ser feliz, pero el gótico seguirá siendo un desconocido para mí. Intentar encontrar las 10 claves para mejorar tu rendimiento en una revista de entretenimiento, es como ese viaje a Móstoles, simplemente está mal enfocado. Desde mi punto de vista, creo que no hay 10 claves para mejorar tu rendimiento, ni siquiera 100 claves, y por supuesto, no creo que exista ningún compendio de claves, y si las hubiera y pudiéramos aplicarlas todas, todos seriamos los mejores triatletas, con lo que el campeón del mundo sería aquel que cumple a rajatabla las 1332 normas del compendio de claves y que se ha gastado más dinero en revistas mensuales.

Es cierto que hay algunas normas que pueden ayudarnos a mejorar, a parte de los principios básicos del entrenamiento, seguro, pero deben ser aquellas que cada uno necesitemos en función de nuestros perfiles y necesidades y que, por supuesto, un profesional nos dicte, igual no tan profundas como “si quieres ser buen triatleta, practica triatlón”, pero que estarán dirigidas a aquellas necesidades específicas que tengamos para lograr el objetivo de manera individual. Por lo tanto, si tuviera que proponer alguna clave “mágica”,(jamás me atrevería a hacerlo de manera contundente), plantearía una norma sencilla, lógica y universal, y fácil de aplicar, que tratando de resumir en un titular ( ideal para esas revistas)sería algo como, “SE EXIGENTE”, exigente con quien te entrena, exigente con quién cuida tus músculos, exigente con tus lecturas científicas y de entretenimiento, exigente con los elementos auxiliares y/o necesarios para la práctica deportiva sea cual sea el deporte que hagas, exigente con tu entorno familiar, social y laboral, y por supuesto, exigente contigo mismo, porque si cumples estos requisitos significa, que tienes un entrenador, que visitas al fisioterapeuta a menudo, que te diviertes viendo fotografías y te culturizas con datos científicos y contrastados, que cuidas a tu familia y amigos y cumples en tu trabajo, y por último, que aprovechas hasta el último minuto de esfuerzo en tu favor.
“Si encomiendas a un hombre más de lo que puede hacer lo hará. Si solamente le encomiendas lo que puede hacer, no hará nada.”