¿Nos alimentamos de lo que comemos? o ¿nos nutrimos de lo que comemos?
Muchas vecen leemos, nos cuentan o preguntamos sobre qué suplemento es mejor o peor; ¿cuándo hay que tomárselo? ¿antes o después de entrenar?
Antes de nada, hay que ir un paso para atrás. Analicemos primero si realmente es necesario ese complemento o si de lo contrario nos lo tomaremos para nada.
Las marcas de suplementación deportiva gastan muchísimo dinero en marketing, tanto en publicidad con nuestro deportista favorito consumiendo sus productos (que es muy probable que no sepa lo que llevan), como en estudios que demuestren los beneficios de los mismos. Si, no lo has leído mal, ellos mismos pagan los estudios que concluyen que sus productos son los mejores.
Una vez ya sabemos esto, debemos entender qué es la alimentación: ``conjunto de actividades a través de la cual tomamos alimento´´. Esto es un proceso externo, voluntario y totalmente educable. Nosotros elegimos el alimento, lo preparamos o procesamos y lo ingerimos.
Ahora bien, cuando termina la alimentación damos paso al de nutrición. Ahí es donde nuestro cuerpo incorpora, transforma y absorbe las sustancias de los alimentos. Este proceso es involuntario e interno y no educable. Es aquí donde entran en juego unas 40 enzimas, ademas de bacterias intestinales (también llamadas microbiota) las cuales se desarrollan tras nuestro nacimiento (hay que tener en cuenta que nacemos estériles). Esto significa que la composición de la microbiota está muy influenciada por factores externos, incluyendo las condiciones de nacimiento, la dieta, el entorno o el uso de antibióticos. La microbiota intestinal desempeña 2 funciones vitales: ayudar a regular el suministro de energía y protegernos de “intrusos” (virus y bacterias que generan enfermedades). ¡El 70% de nuestras células inmunes y más de 100 millones de neuronas conectadas con el cerebro viven en nuestro intestino!
La gran comunidad que compone nuestra microbiota intestinal incluye, como mínimo, 1.000 tipos de bacterias y, aunque parezca sorprendente, de 1,5 a 2kg de peso.
Ahora bien, si algo de esto falla, es donde empezamos a padecer trastornos intestinales, malas digestiones, mala absorción de nutrientes y enfermedades asociadas con estos trastornos (como por ejemplo inflamación de articulaciones, artritis, migrañas, asma, síndrome de fatiga crónica...).
En el mundo animal sabemos de sobra qué características poseen los animales para defenderse, pero, ¿y del mundo vegetal? ¿Sabemos cómo se defienden? Por lo general, se desconoce. Algo muy importante que poseen los vegetales son los llamados anti nutrientes, es decir, sustancias nocivas para el hombre y que hacen que éste mal absorba algún nutriente o que incluso no se digieran.
No hay que alarmarse, Pero como todo tiene solución, os presentamos una lista de los más comunes y la manera de subsanarlo (en caso de que sea posible, ya que algunos no se pueden evitar y habría que suprimirlos de la dieta).


Con todo lo anteriormente expuesto, deberemos valorar por nosotros mismos si es mejor probar a cambiar nuestra alimentación (recordemos que es algo educable) o seguir pagando por suplementos, para nada baratos, que no nos aseguran una mejora de salud o rendimiento.
UNA MALA ALIMENTACIÓN TIENE MÁS INFLUENCIA SOBRE LA SALUD QUE UNA BUENA ALIMENTACIÓN.
